viernes, 3 de septiembre de 2010

un erizo demasiado elegante y una huida hacia delante

cuando a la hora de escribir el autor está más preocupado en demostrar todo lo que sabe que en levantar una historia habitada por personajes que sufren, aman, olvidan, recuerdan, se torturan, o sea viven, el resultado es "la elegancia del erizo". contar, desgranar la vida, pero no la vida con mayúsculas, sino la de las vocales y consonantes, la de todos los días, la que nos llevamos en la cabeza a la cama y la que paseamos como fantasmas por muchos de los pasillos que recorremos es tan difícil que cuando ocurre (pienso en clarín y en dostoievsky y en sandor márai y en truman capote y en raymond carver y su alumno richard ford y claro, en vargas llosa y garcía márquez y tantos...) parece sencillamente un milagro. no se trata de hilvanar palabras altisonantes ni cultismos, tampoco de atiborrar el texto de recursos poéticos que son como palos en las ruedas de la prosa y no la dejan andar, ni por supuesto de componer personajes poéticos, que no se tienen en pie, que no respiran oxígeno sino filosofía y que son ya no inverosímiles sino increíbles, empezando por la portera Renée, que es la protagonista.
anoche el libro se me cayó de las manos...
no sé si lo cogeré para acabarlo,
después me refugié en sir arthur conan doyle y dejé de tener dudas y frío