martes, 31 de enero de 2012

beethoven y fregar los platos

todo empezó en un atasco,
encerrada como me veía en el interior de un auto un día y otro día... y con el tiempo mostrándome sus fauces abiertas como si él fuera realmente un saturno goyesco y desafiante y yo uno de sus hijos, empecé a devorar poemas. me travestí en un "funes memorioso" moderadamente borgiano que entrenaba la memoria con lorca y miguelhernández y machado y cernuda y salinas y...

los versos que he olvidado en bares, cunetas, cabos, calles, islas, abismos y palacios me hicieron olvidar entonces lo semáforos rojos (y los verdes, a veces),

lo recuerdo ahora, que ya no protesto cuando me toca fregar los platos porque recurro a rachmaninov, a albinoni, a beethoven, a pachelbel o a tchaikovsky... (p.e),

para barrer echo mano de la escritura automática que volvió locos a breton y al resto, sólo que yo la practico sin papel,

y para planchar, mucho antes de la desesperación, me entrego a los placeres del séptimo arte,

o sea, todo puede ser embellecido.

además, como el alcohol encontraba serias trabas al descender por mi garganta, aprendí a emborracharme sin beber (y curiosamente, doy positivo en los controles de alcoholemia),

(el sábado al atardecer, cuando el ocaso, casi toqué el cielo con mis manos, y no es una metáfora)

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