¿Por qué hay que elegir entre Ofelia o Hamlet, Fausto o Margarita, Alcestes o Filinto?
"¿Qué sería el relato de la felicidad? Nada. Solo se cuenta lo que la prepara y lo que la destruye".
Viajo a Argelia detrás de André Gide. Me tapa su sombra.
Acaba de escribir esto otro en el relato que se hace a sí mismo en "El inmoralista", el fruto de la ceniza amarga: "Creo que en el amor existe un punto único, y que más adelante el alma busca, ¡ay!, en vano, sobrepasar; que el esfuerzo que hace para resucitar su felicidad, la desgasta; que nada se opone tanto a la felicidad como el recuerdo de la felicidad".
El "inmoralista" se está trasformando. Pero su trasformación no es la de Kafka. Mirándose al espejo, Gide recuerda a Oscar Wilde.
En efecto, "saber liberarse no es nada; lo arduo es saber ser libre".
Yo también escribo bajo un azul perfecto. Aunque el cielo está nublado.
Viajo a Argelia detrás de André Gide. Me tapa su sombra.
Acaba de escribir esto otro en el relato que se hace a sí mismo en "El inmoralista", el fruto de la ceniza amarga: "Creo que en el amor existe un punto único, y que más adelante el alma busca, ¡ay!, en vano, sobrepasar; que el esfuerzo que hace para resucitar su felicidad, la desgasta; que nada se opone tanto a la felicidad como el recuerdo de la felicidad".
El "inmoralista" se está trasformando. Pero su trasformación no es la de Kafka. Mirándose al espejo, Gide recuerda a Oscar Wilde.
En efecto, "saber liberarse no es nada; lo arduo es saber ser libre".
Yo también escribo bajo un azul perfecto. Aunque el cielo está nublado.
Etiquetas: André Gide, Argelia, El inmoralista, Kafka, Oscar Wilde
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