lunes, 26 de agosto de 2013

Expulsados al paraíso por atrevernos a ser hombres

Cómo ser hombre sin ser libre.
Ser con dificultad, bailar divinamente.
Pasearse entre las nubes con la displicencia del agua en la corriente.
La del pez superficial que elude el fondo.

Aún no he dejado de llorar el día que trajiste sobre los hombros.
Ni todas las noches que se transparentaban.
Ni las eses escritas sobre las aceras borrachas.
He llorado la efervescencia del agua tranquila que se resiste a caer entre los dedos.
Los dedos que cuentan la vida y son parte de este cuerpo que asume su enfermedad.

Estar enfermo es vivir y ¿entonces?
La manera en que nos curamos nos delata.

Es la forma de acercarnos a las cosas la que nos hace o no inocentes.
Porque la culpabilidad es nuestra ya de siempre.
De siempre este Edén y una manzana.


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