sábado, 31 de marzo de 2012

¿Por qué Erik Satie tiene 100 paraguas en su casa si le gusta mojarse cuando llueve?

Erik Satie toca la máquina de escribir en que se ha convertido su piano y un niño está desnudo y juega. Y como está en el mar, las olas se dibujan en el pentagrama. Ríe Tristan Tzara en el cabaret Voltaire y ríen los demás (los dadaístas que aún no saben que lo son), porque la mayoría ahí afuera ha dado vueltas y vueltas sobre las casas y las cosas para terminar encogidos y como recién arrojados al exterior desde una lavadora rota.

Y como están en el cabaret y es Zurich y hay guerra, el confeti cae sobre el pentagrama. Y Erik Satie escribe sus fragmentos en forma de pera, lleva puesto uno de sus trajes de terciopelo y alza con los pies una pancarta que dice: "Llámenme el gimnopedista".

Es París y hoy también llueve en Montmartre pero Satie no lleva paraguas. En su apartamento tiene 100, pero no los quiere para la lluvia. Los suele usar para aventuras celestiales. Su música va sobre un caballo de madera. Y cuando pasa deja esta huella:     daDÁ

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