miércoles, 18 de septiembre de 2013

El viento se tumba a descansar y al levantarse observa furioso que se ha convertido en isla. Después se calma. Con los pies ya en la tierra

Este ángel que surca el cielo y se lanza de la altura.
El que bebe agua del río para seguir siendo un ángel.
El ángel incierto de la no mitología, el que se escapó de los libros para volver a diario.
En el tiempo aquel que Baudelaire ensanchaba su envidia del albatros.
Y mi letra pequeña exhibía su mascarón de proa entre números grandes.

No pude resumirte mi vida. Y aún la estoy contando con los dedos que traigo.
No sé qué quiere la sombra.
Ni qué hay delante de la luz.
Ni por qué la penumbra ilumina de esta manera cuanto leemos.

Por qué no acabamos de comprender que mueren los dioses por ser hombres.
Que están muriendo ahora y entretanto.

De este ángel poco supo Platón.

Te dije: Todo parece Eolia. Una gota azul esculpiendo en la tierra su anteojo.

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