lunes, 8 de octubre de 2012

Las palabras siguen llorando después de escritas y un monstruo se enamora de una sirena


José Hierro tiene en sus manos la alegría.
Abre sus manos felices y el viento hace lo demás.

Canta la
canción en la
cantina.
Y las palabras lloran
Están llorando.
Incluso después de haber desembocado en el papel tan blanco.
Ese papel deshabitado que ya no es el morir.
Porque la tinta no es la última sangre. Sino la primerísima. La recién hecha.

JH ya no llora, sino por aquello que un día le hizo llorar.
La misma lágrima.

Un monstruo marino se enamoró de una sirena.
De la sirena de un faro.
Según Bradbury.

Hay días en que todo se vuelve posible.
En días como este

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio