sábado, 12 de mayo de 2012

De Robert Graves a Chopin pasando por George Sand

Dice Robert Graves que el néctar y la ambrosía de los dioses no eran sino hongos,
que las Ménades que acompañaban a Dionisos tomaban mucho más que vino y cerveza de hiedra,
que buscaban desenfrenos insensatos y visión profética, y los encontraban justo ahí,
en los hongos.
Le arrancaban la energía erótica a la tierra.

Robert Graves está en Deià, donde confluyen todas las curvas y travesuras de la Tramontana mallorquina, y está mirando hacia Valldemosa. Y en Valldemosa hay una cartuja que vio a Chopin desdibujarse por su tuberculosis y a la espera de su piano, mientras George Sand, la baronesa, crecía sobre su pedestal y se hacía una estatua a su medida. Llovió mucho ese invierno del diecinueve en Mallorca.

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