domingo, 29 de diciembre de 2013

Hay un reloj que sabe que el tiempo vuela

Está delante de ti como una verdad a la intemperie.
La voz esa que pudre tu silencio y amarga tu palabra.
La densa niebla de tu mente abierta en canal.
Así es la herida en el vientre, la grieta en la tierra, el pan quebrado en su frente.
Es el corazón taladrado por la dulzura del abrazo.
El agujero negro de tu cielo por donde solo puede entrar la luz.

Estoy oyendo a mis pensamientos hablarme al oído.
El viento se arma de valor y compone su furia allá fuera donde están las cosas
Pero mis pensamientos se encabalgan como versos y se nutren como flores.
Te dije: No hay que temer al llanto sino a la risa.
Estamos cruzando un río sin orillas.
O acaso sea ya todo una ribera.


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