miércoles, 19 de marzo de 2014

Hay un mar en una botella y un mensaje en el mar

Cantan su adviento las palomas, levantan las brumas,
y desnudan al sol cuando el corazón languidece.
Hay una voz que dicta los recuerdos, que te dice,
te dice que el mismo mar que añoras pondrá el agua en tu cuello.
Y será para que bebas. No te ahogará, no temas.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Las cantinas se ríen de los marineros inquietos

La paz en los puertos es licor en boca de los capitanes.
Armadas están las cantinas de tablas para la aurora.
Las voces sedientas de banderas blancas y plato sin cuchillos.
Cómo esquivar la ola que enfrenta la sonrisa sobre tu pelo.
Acuéstate, decías, sobre el amanecer antes de que venga la noche sobre los soles.
Pero yo me dormía sobre el palo mayor por cabalgar sobre los vientos.
Qué sabría Zorba de mí entonces si apenas había comenzado el baile.
Para qué los cantos de sirena, cuándo las ítacas y las naxos y el mundo entero.
Cuándo la bruja completará el hechizo y la sangre hervirá en el caldero por todos nosotros.
Los malditos que naufragamos en busca de bendiciones.
Los benditos que maldecimos la tierra que no hemos sabido pisar.
Los pies, nuestros pies, por qué no pondrían su sombra en aquella huella.
Por qué los antepasados no abonan ahora nuestras raíces que la primavera está al crecer.
Dímelo tú, diosa blanca, Apolo que vuelves a nacer, Baco inoportuno, Afrodita sedienta de tu propia espuma.
Decídmelo vosotros, dioses del Olimpo en cuya cresta el gallo se somete, por qué el mar no es un espejo para las multitudes.
Por qué hoy Hebe ha llenado la copa hasta sus bordes.

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viernes, 7 de marzo de 2014

Se nos están muriendo los poetas a uno por día

Mientras escribía se le iba llenando el corazón de barro.
Atendía su memoria paciente las preguntas de los muertos.
La locura se iba echando hacia sus lados.
Y aparecía el último de los Panero como un Moisés con las tablas de su ley.
Alimentando su resurrección con caracolas.
Como el fauno feliz alborotando la arboleda sagrada, bebiéndose sus copas.
Como el mayor de los ilusos protegido con el mejor de los sombreros.
Le abrigaba una bata de sal y arañaba su gruesa piel a la intemperie.
Estaba llamando al mar.
Y entonces las moscas le confundían con un panal. Se arremolinaban a su lado.
Pobre la miel que cae sobre los labios. Que no sabe de esa voz que quemó a fuego la garganta.
Se nos están muriendo los poetas, hasta los poetas muertos.
No nos damos cuenta y se están muriendo en nuestros brazos.




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